Tina VásquezComment

El costo incalculable del pollo barato—y la industria oculta que lo sostiene

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El costo incalculable del pollo barato—y la industria oculta que lo sostiene

Cómo una práctica de contratación común en las plantas avícolas limita la responsabilidad corporativa y pone en peligro a los trabajadores inmigrantes que mantienen las líneas de producción en movimiento.

*Este artículo se publica en colaboración con la Revista Scalawag. Haga clic aquí para leer y/o compartir la versión en inglés.

Este artículo fue producido en colaboración con Type Investigations, en donde Tina Vásquez es una becaria del programa de becas Ida B. Wells.

El estadounidense promedio consume más de 100 libras de carne de pollo anualmente—o 8 mil millones de pollos al año, a nivel nacional. No es de sorprenderse entonces que a medida que la pandemia se esparcía alrededor de los Estados Unidos hace un año, las aves desaparecían de las estanterías de las tiendas debido a que los estadounidenses, llenos de pánico, acumulaban comida en respuesta a la los reportes de escasez. Mientras los estadounidenses se volcaban a cocinar durante una época sin precedentes, hubo un costo humano por este confort.

Lo que les sucede a los trabajadores dentro de las plantas avícolas, en donde los pollos que los estadounidenses cocinan para la cena son sacrificados, procesados, y empacados; pasa desapercibido en gran medida por los consumidores. Los peligros diarios de la producción y procesamiento de comida rara vez llegan a los titulares—hasta el momento en que se esparce un virus mortal o sucede un accidente trágico que cobra la vida de los trabajadores. 

A finales de marzo pasado, a medida que la pandemia desencadenaba un aumento en la demanda por pollo, Mariaisela Martínez fue contratada por una compañía llamada NIPCAM Services of North Carolina LLC, la cual ofrece servicios de personal a las plantas de procesamiento avícola, para desempeñarse como trabajadoras de limpieza en una extensa planta de procesamiento avícola de nueve acres en el corazón de Siler City. La planta es operada por Mountaire Farms, la cuarta compañía de pollos más grande en el país, de acuerdo a la información en su página de Internet.

Mariaisela Martínez afuera de la planta Mountaire Farms de Siler City, en donde fue contratada por NIPCAM como trabajadora de limpieza. A medida que los oficiales de salud pública permanecían callados con relación a la magnitud de los brotes de COVID-19 que emergían de las plantas de Mountaire Farms, Martínez se rehusaba a mantenerse en silencio, y hablaba en nombre de los trabajadores inmigrantes acerca de las condiciones que enfrentaban. Foto de Jade Wilson.

Mariaisela Martínez afuera de la planta Mountaire Farms de Siler City, en donde fue contratada por NIPCAM como trabajadora de limpieza. A medida que los oficiales de salud pública permanecían callados con relación a la magnitud de los brotes de COVID-19 que emergían de las plantas de Mountaire Farms, Martínez se rehusaba a mantenerse en silencio, y hablaba en nombre de los trabajadores inmigrantes acerca de las condiciones que enfrentaban. Foto de Jade Wilson.

A lo largo del país, las compañías avícolas dependen de las agencias de empleo para satisfacer sus necesidades de trabajadores. Muchas de estas agencias de empleo reclutan activamente inmigrantes indocumentados, lo que permite que las compañías avícolas deleguen la responsabilidad de la contratación directa de trabajadores indocumentados. A pesar de que las personas contratadas por estas agencias con frecuencia realizan el mismo trabajo peligroso en las líneas de producción que los empleados contratados directamente por las plantas avícolas, es posible que no reciban el mismo pago, tiempo libre pago, o beneficios como seguro de salud o protecciones.

La inmigrante de 68 años estaba encargada de limpiar partes de la cafetería de la planta. Ella dice que decidió tomar el trabajo debido a que era un cheque estable. Anteriormente, ella había saltado de un trabajo informal a otro con sueldos bajos.

Sin embargo, trabajar en la planta de Siler City no resultó ser lo que Martínez había esperado. Sentía que estaba siendo tratada diferente que los empleados contratados directamente por Mountaire. “Había muchas diferencias, y muchas injusticias, y yo fui testigo de todo eso”, dice ella. 

En el 2019, había 80 empleados de NIPCAM Services of North Carolina trabajando en la planta de Mountaire en Siler City de acuerdo a un informe de inspección de la División de Salud y Seguridad Ocupacional del Departamento de Trabajo de Carolina del Norte (OSHD, por sus siglas en inglés).  

NIPCAM y otras compañías de contratación similares juegan un rol importante en comunidades pequeñas del sur con plantas avícolas. En el 2020, NIPCAM Services of North Carolina fue el cuarto empleador más grande en el Condado de Montgomery, Carolina del Norte, el cual tiene una proporción mayor de residentes Latinx que el estado en general.

En el 2016, conforme al Pew Research Center [Centro de Investigación Pew], había un estimado de 325,000 “inmigrantes no autorizados” en Carolina del Norte. Las plantas de procesamiento de carne, en donde el 40 por ciento de los trabajadores son nacidos en el extranjero, según el Migration Policy Institute [Instituto de Políticas Migratorias], eran puntos de altos brotes de COVID-19 en Carolina del Norte durante los primeros meses de la pandemia. En mayo de 2020, mientras el brote se propagaba con violencia, el código postal que abarcaba a Siler City tenía el segundo número más alto de casos confirmados de COVID-19 en el estado. Las personas latinxs constituían el 35 por ciento de los casos confirmados en Carolina del Norte, conforme a un artículo en la publicación North Carolina Health News de esa época, pero constituyen menos del 10 por ciento de la población del estado. Sin embargo, ni siquiera estas alarmantes estadísticas ofrecen el panorama completo, uno que incluya las realidades y experiencias vividas de las personas indocumentadas.

Incluso antes de la amenaza del COVID-19, un estudio de 2012 encontró que los trabajadores latinxs de la industria avícola en Carolina del Norte pueden experimentar función pulmonar disminuida debido a los altos niveles de exposición a agentes de limpieza, bacteria, y polvo en el lugar de trabajo. 

Y es posible que aquellas personas indocumentadas no reciban la ayuda que necesitan. La investigación ha encontrado que las personas indocumentadas tienen miedo de buscar atención médica debido a su estatus migratorio, y que ellos representan muchos menos gastos de cuidado de salud per cápita en los EE. UU. que otros inmigrantes y ciudadanos de EE. UU. 

En abril pasado, Mountaire Farms anunció con bombos y platillos sus políticas por la pandemia ante los medios de comunicación, la cual incluía pruebas de COVID-19 para cualquier persona que tuviera síntomas. Los administradores estimulaban a los empleados que se sentían enfermos a que tomaran tiempo libre, pero la compañía no extendió la licencia pagada por enfermedad a los trabajadores que habían sido contratados a través de otras compañías. En una declaración publicada a una estación de televisión local, el antiguo gerente de relaciones comunitarias de Mountaire, Mark Reif, estimuló a los contratistas a solicitar trabajo de tiempo completo con Mountaire Farms si querían recibir los mismos beneficios que las personas contratadas directamente. NIPCAM nos dijo que ofrecía licencia pagada a trabajadores con COVID-19 si tenían una nota del médico. Según Martínez, no tan simple. Ella asegura que si los trabajadores pudieran trabajar para Mountaire y ganar más, lo harían; pero para algunos, es imposible. “No tienen papeles, no tienen identificación, no tienen licencia de conducir; y esas son cosas que [Mountaire] pide para poder contratar a sus empleados”. 

Mountaire Farms no respondió a las solicitudes repetidas de entrevistas ni a las preguntas enviadas por correo electrónico, en las que se incluían preguntas sobre si ellos estaban conscientes de la posibilidad de que las agencias de empleo con las que trabajan contrataran personas indocumentadas para trabajar en las plantas de la compañía.

El cofundador de NIPCAM Alvaro Villaveces afirma que los trabajadores en NIPCAM son tratados bien y que la compañía sigue las reglas establecidas por el derecho laboral. 

“El asunto es... necesitamos estar claros en todo esto: ni Mountaire ni [NIPCAM] están infringiendo ninguna regla del Departamento de Trabajo”, asegura Villaveces. “El Departamento de Trabajo supervisa todo lo que hacemos, cumplimos con todos los requerimientos del Departamento de Trabajo”.

Villaveces reconoce que los trabajadores de su compañía reciben diferente pago y beneficios que los trabajadores de Mountaire, pero asegura que ahí es donde terminan las diferencias.

“Sí, hay una diferencia entre los empleados de Mountaire y los nuestros”, dice Villaveces. “Los empleados saben eso desde el principio, no es algo que haya estado oculto. Ha sido algo bien sabido porque Mountaire publica las tarifas que pagan. Todas las tarifas están publicadas en todas partes... Así que, si alguna persona le ha dicho que se llevó una gran sorpresa, está mintiendo porque está ahí mismo”.

Las agencias de empleo con frecuencia son una espada de doble filo para los trabajadores, los investigadores y defensores han encontrado que: si bien estas agencias proveen oportunidades de trabajo a inmigrantes, entre los que incluyen a personas indocumentadas que necesitan trabajo en un país que ha criminalizado su empleo y su existencia, las dinámicas de poder entre la agencia de empleo, la planta, y su mano de obra indocumentada son blanco fácil para la explotación. 

Los trabajadores latinxs en el sur

En Siler City, Carolina del Norte, las personas latinxs constituyen casi el 50 por ciento de la población. Las tiendas y carnicerías salpican el paisaje, y las carpas de las iglesias promueven sus servicios en inglés y español. En la calle West Raleigh, la tradicional tienda sureña Piggly Wiggly se mide codo con codo con los supermercados latinos Compare Foods.

Planta Mountaire Farms en Siler City. Foto de Jade Wilson.

Planta Mountaire Farms en Siler City. Foto de Jade Wilson.

La industria agrícola ha cambiado fundamentalmente la composición demográfica en el sur de Estados Unidos, y en Siler City, la carne de aves de corral es uno de los productos principales. Mountaire Farms está omnipresente en Carolina del Norte Central. De Siler City al corazón de la región de Sandhills, los letreros de Mountaire a los lados de las rutas rurales marcan una mezcolanza de granjas reproductoras, criaderos y granjas de aves de engorde. Con tan solo seis millas cuadradas, Siler City es lo suficientemente pequeña para que la planta de Mountaire Farms, que está asentada en un terreno de casi 400,000 pies cuadrados, pueda sobresalir.

Este paisaje comunitario es donde Ilana Dubester formó el grupo de defensoría sin fines de lucro El Vínculo Hispano hace 26 años; un centro de recursos para la comunidad latinx local que ofrece ayuda para navegar los sistemas y servicios de EE. UU. La organización es una de un pequeño grupo que atiende a las personas latinx en los condados de Chatham, Alamance, Randolph, y Lee de Carolina del Norte Central. 

A medida que los inmigrantes mexicanos encontraban su organización, Dubester recuerda haber pensado: ¿Cómo diablos encontraron Siler City? Con el tiempo, escuchó historias sobre las vallas de compañías avícolas, de selección de personal, e incentivos financieros que atrajeron a familias mexicanas a las áreas rurales de Carolina del Norte.

“En ese momento, a las compañías no les importaba cómo llegaban los trabajadores a la región, sólo querían a los trabajadores— que fueran documentados o indocumentados no les preocupaba”, afirma Dubester. “Ellos querían una fuerza laboral que estuviera dispuesta a trabajar por un bajo salario y que trabajara duro por un período extendido de tiempo, no que sólo comenzaran y renunciaran. Eso fue lo que encontraron en una comunidad inmigrante deseosa y hambrienta por trabajar”.

En el 2016, cuando Mountaire Farms adquirió una planta de procesamiento avícola que había permanecido cerrada desde la Gran Recesión, la llegada de la compañía a Siler City fue vista como una bendición por parte de los oficiales locales. Desde entonces, Mountaire se convirtió en uno de los empleadores más grandes en el Condado de Chatham. 

La historia de NIPCAM es menos sencilla. Por lo menos nueve compañías distintas a lo largo de seis estados incluyen o han incluido la palabra "NIPCAM" en el nombre de su entidad. Villaveces se menciona en los registros comerciales de todas estas empresas. El sitio de Internet de Nolan Integrated Pest Control And Management Group [Grupo de control y manejo integrado de plagas Nolan (NIPCAM, por sus siglas en inglés)] dice que es un grupo de compañías que provee servicios “únicos y especializados relacionados con las plagas”, incluida la consultoría de control de plagas, litigio relacionado con termitas, trabajo de servicio de gestión de plagas, venta de productos de control de plagas, y pruebas/desarrollo—servicios que son distintos a los que NIPCAM Services of North Carolina ofrece en Mountaire. 

Los copropietarios son Maxcy P. Nolan III y Alvaro Villaveces, y otros hombres de la familia Nolan son consultores para la compañía, de acuerdo a su página de Internet. Villaveces no quiso divulgar si las varias entidades de NIPCAM con las que está asociado funcionan como agencias de empleo.

Villaveces escribió en un correo electrónico que la “estructura corporativa de la compañía... no es asunto de nadie”.

Sin embargo, hay dos cosas que son aparentes acerca de NIPCAM: la compañía provee servicios más allá de los que promociona públicamente, y además no hay nada extraordinario en la manera en que operan dentro del negocio avícola. Los expertos dicen que casi en todas partes en donde hay plantas avícolas, existen agencias de empleo difíciles de rastrear y que proveen trabajadores inmigrantes a grandes corporaciones, lo que ayuda a impulsar una industria de miles de millones de dólares.

En una entrevista, Villaveces dijo que NIPCAM es “una compañía muy privada” que comenzó como una compañía consultora en la década de los 80 y que continúa realizando control de plagas y “muchas otras cosas”, entre las que se incluye proveer personal. “Trabajamos con diferentes compañías en diferentes cosas”, afirmó él, pero declinó comentar más de ahí acerca de cuáles compañías o sobre cuántos trabajadores provee NIPCAM a Mountaire en Siler City o en Carolina del Norte en general. De acuerdo a un formulario de la OSHA de 2017, la operación de NIPCAM en Carolina del Norte declaraba un promedio anual de 410 empleados.

“Hemos construido el negocio de boca en boca y tratando bien a las personas”, aseguró Villaveces al hablar sobre la manera en que la compañía aborda el reclutamiento de trabajadores. “Así que eso es lo que hacemos. Es mejor que oficinas, que publicar vallas, si tratas bien a las personas, recibes todo tipo de personas que quieren venir a trabajar para ti”. 

Martínez dijo que ella escuchó acerca de los trabajos con NIPCAM a través del boca en boca. Otra contratista explicó que ella terminó trabajando en la planta de Mountaire Farms a través de una página de búsqueda de trabajo en línea en donde un hombre que trabajaba para una agencia de empleo publicó que necesitaba trabajadores para Mountaire. Según dijo ella, él dijo que recibía solicitantes potenciales en un pequeño mercado mexicano en el Condado de Robeson, en donde él les iba a ayudar a completar los formularios de solicitud. 

Como inmigrante de Brasil, Dubester ha pasado décadas construyendo la confianza con la comunidad inmigrante en la región—entre los que se incluye a los trabajadores de las plantas avícolas. Durante años, Dubester ha sonado la alarma por las agencias de empleo debido a que no tratan a los trabajadores de manera justa. Recientemente, el Vínculo Hispano contrató a un organizador que se concentra en salud y seguridad para trabajar directamente con personas que realizan trabajo físico en la región.  

Para mediados de julio, el Departamento de Trabajo de Carolina del Norte (NC DOL, por sus siglas en inglés) había recibido 50 quejas consideradas “válidas” asociadas con los empleadores para el procesamiento avícola, 37 de las cuales fueron recibidas durante la primera etapa de la pandemia entre marzo y agosto de 2020. Para la primavera de este año, sólo se había realizado una inspección de un sitio de procesamiento avícola relacionada a una queja por COVID-19. A pesar de que se emitieron citaciones y penalizaciones en ese caso, de acuerdo al departamento, ninguna estuvo relacionada con el COVID-19.

Líneas de rendición de cuentas 

Los detalles de los contratos entre las agencias de empleo y las compañías avícolas no son exactamente de conocimiento público. Scalawag y Type Investigations solicitaron los archivos del Departamento de Trabajo de Carolina del Norte con relación a la presencia de NIPCAM Services of North Carolina en la planta Mountaire de Siler City. Como parte de la respuesta, recibimos un contrato del 2015 entre Mountaire y una compañía llamada AG Source Inc. A pesar de que Villaveces niega que NIPCAM ha hecho negocios bajo el nombre de AG Source, el archivo incluye un documento de 2019 en el cual un abogado de Mountaire afirmaba que el nombre actual de NIPCAM es AG Source. De acuerdo al contrato, AG Source Inc. era el responsable del “pago de los impuestos federales, estatales y locales sobre la nómina, la cobertura del seguro de compensación para trabajadores, la compensación, y, en donde se ofrezca o se requiera, los beneficios para los empleados asignados”.

Desde diciembre de 2019, por lo menos seis trabajadores de NIPCAM han llevado a NIPCAM a corte frente a la Comisión Industrial de Carolina del Norte, la cual administra la Ley de Compensación para Trabajadores. La naturaleza de las audiencias, sin embargo, no están claras. Los documentos y grabaciones relacionados a ellos no están disponibles al público, y Michelle Denning, consejera general para la Comisión Industrial, dijo que las razones para las audiencias en la corte varían.

Según lo que estipula el contrato, AG Source debe evaluar y asignar al personal “para satisfacer la solicitud de Mountaire para servicios de trabajo temporal” y proporcionar supervisión administrativa para estos trabajadores. El contrato estipula que Mountaire Farms le paga a AG Source $15.60 la hora por los servicios que proporciona, con bonos o pagos de incentivos “facturados al costo real sin que se le cobre ningún porcentaje adicional a Mountaire”. 

El contrato también muestra la manera en que las agencias de empleo les permiten a las compañías eludir la responsabilidad cuando algo sale mal. AG Source, no Mountaire, es responsable por las reclamaciones del seguro de compensación para trabajadores, por ejemplo. El contrato establece que “el contratista acepta defender e indemnizar a Mountaire por cualquier reclamación que sea presentada contra Mountaire por los empleados del contratista con base en lesiones que estén cubiertas bajo los estatutos o seguro de compensación para trabajadores.

Conforme al contrato, AG Source es el responsable de asegurar que los empleados que provee estén autorizados a trabajar en los Estados Unidos. La Ley de Control y Reforma de Inmigración (IRCA, por sus siglas en inglés) de 1986 estableció penalizaciones federales para los empleadores que contratan inmigrantes no autorizados a sabiendas. Las regulaciones introducidas para hacer cumplir la IRCA también requieren que los empleadores verifiquen la elegibilidad de un empleado potencial a través del uso de un formulario I-9, el cual debe ser completado por cada nueva persona que se contrate durante el primer día de trabajo.

Cuando NIPCAM se registró por primera vez como negocio en Carolina del Norte en el 2011, no existía el requerimiento en el estado para que las compañías usaran E-Verify. El sistema, que funciona por Internet y es operado por los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de EE. UU. en colaboración con la Administración de Seguridad Social, permite que los empleadores verifiquen electrónicamente que las personas recién contratadas están autorizadas a trabajar en los Estados Unidos. La ley estatal cambió un año después, cuando la Asamblea General de Carolina del Norte aprobó la legislación de E-Verify que se desplegaba en tres fases para los empleados no gubernamentales; la primera de las cuales entró en efecto en octubre de 2012 y requería que los empleadores con más de 500 empleados hicieran uso de 

E-Verify. Hoy día, a todos los empleadores en Carolina del Norte con más de 25 empleados se les exige el uso del sistema.

Villaveces asegura que NIPCAM se adhiere a las leyes laborales. Cuando se le preguntó directamente si NIPCAM utiliza E-Verify, Villaveces contestó, “Con los papeles que ellos nos dan, sí”. En una llamada subsecuente, agregó, “Si ellos no son aprobados por E-Verify, no los contratamos”.

Existe, sin embargo, una excepción a E-Verify que algunas compañías de empleo usan para evitarlo, dijo Clermont Ripley, codirector del Proyecto de Derechos de los Trabajadores del Centro de Justicia de Carolina del Norte. En Carolina del Norte, los trabajadores cuyo periodo de empleo es inferior a nueve meses en un año de calendario no cuentan en el número total de empleados de un empleador.

“Se trata como una excepción estacional, y yo creo que la razón por la cual existe es debido al cabildeo de la industria agrícola que no quiere tener que someter a sus trabajadores migrantes de las granjas agrícolas a la verificación con E-Verify, pero también les permite a los empleadores evitar usar E-Verify al contratar a una persona a través de una agencia de trabajo temporal de manera temporal”, dijo Ripley. “Algunos negocios—y también las agencias de empleo temporal si no contratan a alguien a largo plazo—también pueden evitar el requerimiento de E-Verify. Es una manera de tener personas indocumentadas trabajando dentro de tu fuerza laboral sin tener que verificar su autorización de trabajo”. 

(Álvaro Villaveces dijo que los trabajadores de NIPCAM no están clasificados como trabajadores temporales. “Ellos están ahí siempre y cuando se presenten a trabajar”, dijo. “Todos tienen un trabajo hasta que renuncian, así que no es un trabajo temporal”).

Las agencias de empleo que proveen trabajadores temporales a las grandes compañías son comunes, y estos acuerdos de trabajo explotadores no solo les hacen daño a los inmigrantes indocumentados. De acuerdo a un informe de la organización sin fines de lucro de Washington, D.C., Temp Worker Justice [Justicia para Trabajadores Temporales], la cual apoya a los trabajadores temporales, “los trabajadores empleados por las agencias de empleo pueden estar en el mismo cargo por años, o permanecer en la industria, siendo cambiados entre muchas asignaciones temporales diferentes por toda la duración de una carrera”. 

A nivel nacional, el trabajador temporal de tiempo completo promedio gana 41 por ciento menos que el empleado promedio en un acuerdo de trabajo estándar, y sólo una pequeña minoría de estos trabajadores reciben algún tipo de beneficio. Solo el 12.8 por ciento de los trabajadores temporales tienen seguro de salud ofrecido por el empleador, incluso cuando, en promedio, tienen el doble de probabilidad de lesionarse durante el trabajo en industrias de trabajo manual y físico de mayor riesgo como la de procesamiento avícola; de acuerdo con un análisis de 2017 de las reclamaciones de compensación para trabajadores del estado de Washington. Particularmente, las personas afroamericanas y latinxs están sobre representados en la fuerza laboral temporal. Los trabajadores Negrxs constituyen un 25.9 por ciento de los trabajadores temporales, pero solo 12.1 por ciento de toda la mano de obra; los trabajadores latinxs son el 25.4 por ciento de los trabajadores temporales, pero son solo el 16.6 por ciento de toda la mano de obra. Entre 2009 y 2014, el número de trabajadores que fueron clasificados como empleados de contingencia creció un 52 por ciento en Carolina del Norte comparado con el 39 por ciento en la economía de EE. UU. en su totalidad.

Históricamente, la industria avícola ha hecho todo lo posible para reclutar inmigrantes para realizar algunos de los trabajos más difíciles, peligrosos y de más bajo salario que hay en el país. En Mississippi, una planta reclutó casi 5,000 trabajadores en la década de los 90 como parte de una iniciativa que llamó “Hispanic Project” [Proyecto Hispano]. Más recientemente, ProPublica documentó la manera en que Case Farms, otra compañía avícola, reclutó a inmigrantes indocumentados y a refugiados. ProPublica también encontró que las compañías avícolas aprovechan un programa de tarjetas verdes conocido por su categoría EB-3. El programa, cuya intención es proveer trabajadores a los negocios y crear un camino a la residencia permanente para trabajadores no especializados inmigrantes, ha sido utilizado muchísimo por los procesadores avícolas con historiales deficientes de seguridad, como Case Farms. En un comunicado publicado después del informe de ProPublica, Case Farms dijo que sigue la ley y trata a los trabajadores de manera justa.

Villaveces argumenta lo mismo, y dijo que los trabajadores tienen “todo tipo de opciones” de empleo. 

“Uno: ellos no tienen que estar ahí, y dos: si están ahí, es porque quieren estar”, dice él. “No es porque los obliguen o porque tienen que hacerlo debido a que no hay ninguna otra opción disponible”.

Conforme a Villaveces, NIPCAM es cuidadoso de no tratar mal a una mano de obra que es muy necesaria. “Hacemos hasta lo imposible para mantenerlos”, dijo. 

Pero no es así como le parecía a Mariaisela Martínez. Dijo haber recibido menos beneficios que los trabajadores contratados directamente y se sintió que la desanimaban de buscar ayuda de la estación de enfermeras.

Y su acceso a los supervisores de Mountaire era limitado, aseguró. “Como empleada de NIPCAM no se nos permitía—se nos tenía prohibido— ir y tener interacciones con los supervisores de personal de Mountaire en la oficina”, aseguró Martínez. “Si teníamos alguna pregunta o inquietud, o si queríamos que nos aclararan algo sobre las horas de trabajo, cualquier cosa relacionada con eso, no se nos permitía ir ahí y hablar con ellos, debido a que éramos empleados de NIPCAM, no podíamos saltarnos la cadena de mando”.

Planta Mountaire Farms en Siler City. Foto de Jade Wilson.

Planta Mountaire Farms en Siler City. Foto de Jade Wilson.

Tres trabajadores de NIPCAM con los que habló El Vínculo Hispano dijeron que ellos solo se comunicaban con los supervisores de Mountaire si sabían inglés o si tenían un traductor. Villaveces insistió que los trabajadores de NIPCAM están bajo la “supervisión” y “mando” de Mountaire en la planta. “La única presencia que tenemos dentro de la planta es para ser el apoyo de nuestros trabajadores”, afirmó. “Queremos saber lo que sucede con nuestros trabajadores”.

Ripley dijo que los acuerdos de relación laboral con empleadores simultáneos crean mucha confusión acerca de quiénes son en realidad los empleadores de los contratistas; y cuando surge un problema; como cuando un trabajador se lesiona, algunas veces es necesaria la litigación para determinar cuál compañía realmente emplea al trabajador. Los trabajadores indocumentados que hacen trabajos peligrosos también son trabajadores de bajo salario que no tienen acceso a abogados que les ayuden a litigar las reclamaciones. Con frecuencia, tienen miedo de ser deportados debido a las maneras en que su estatus migratorio puede ser utilizado como armas en su contra; y esos miedos tienen su justificación.

En el 2005, los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) se hicieron pasar como entrenadores de la OSHA en una operación dirigida a trabajadores indocumentados por contrato en Carolina del Norte. Los agentes atraían a los trabajadores indocumentados a una reunión obligatoria de capacitación sobre seguridad con el fin de detenerlos. 

En agosto de 2018, Koch Foods resolvió una demanda de varios años presentada por la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo de EE. UU., en nombre de los trabajadores en su planta de Morton, Mississippi sobre las reclamaciones de agresión sexual y física en contra de los trabajadores latinxs. (Koch Foods, que no admitió que había cometido algo incorrecto en el momento en que resolvieron la demanda, entró en un decreto de consentimiento por tres años que proporcionaba más de $3.5 millones en alivio para los trabajadores afectados y requería que la compañía implementara políticas antidiscriminación). En agosto de 2019, esta misma planta de Koch fue una de siete que fueron blanco de lo que un oficial del Departamento de Justicia dijo que era la redada más grande en un lugar de trabajo del estado en la historia de EE. UU. durante la cual ICE arrestó aproximadamente 700 trabajadores indocumentados avícolas en Mississippi.

Es importante notar que los trabajadores tomaron un riesgo en hablar con Scalawag y Type Investigations para esta historia y están exponiendo sus experiencias con agencias de empleo. Lo hicieron aún sabiendo que podrían experimentar represalias o terminación por parte de sus empleadores o llamar la atención de ICE.

Preocupaciones de seguridad a largo plazo

Las instalaciones de sacrificio y procesamiento de animales han sido por largo tiempo algunos de los lugares de trabajo más peligrosos en los Estados Unidos: la tasa de lesiones y enfermedades reportadas en estas instalaciones es 40 por ciento mayor que la tasa reportada por el sector privado a nivel general. Los trabajadores de la industria cárnica y avícola “trabajan en ambientes llenos de peligros potencialmente mortales. Mover piezas de maquinaria puede causar lesiones traumáticas al aplastar, amputar, quemar y cortar”, destacó Human Rights Watch en un informe de septiembre de 2019 sobre la manera en que los derechos de los trabajadores están bajo amenaza en estas plantas.

Los trabajadores de procesamiento avícola específicamente tienen algunas de las tasas más altas de enfermedad ocupacional en el país. Los archivos de la OSHA y el Departamento de Trabajo de Carolina del Norte sugieren que algunos de los trabajadores de NIPCAM han enfrentado de primera mano los peligros en el lugar de trabajo de esta industria.

El 5 de marzo de 2019, 15 empleados de NIPCAM en la planta Mountaire de Siler City fueron asignados para trabajar en el “salón de colgar pollos”. Los trabajadores en esta área “desempacaban aves vivas de los contenedores de envío o removían aves sacrificadas de las plataformas y de los contenedores de enfriamiento”, de acuerdo al informe de inspección estatal de OSHD. “Las aves luego se cuelgan de las patas, cuellos o alas a grilletes unidos a las transportadoras”. 

Este día, el trabajo terminó en el salón de colgar pollos mientras la línea de producción continuaba funcionando, así que para “completar las horas laborales restantes”, a los trabajadores de NIPCAM les dieron el permiso de lavar el área de las plumas en el salón de recoger, según explica el reporte. Ahí, ellos usaban mangueras de alta presión para lavar la sangre y plumas del piso y del equipo—que incluye extractores de cálamos de cola, máquinas con cuchillas giratorias que se utilizan para arrancar las colas de los pollos.

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En marzo de 2019, a un trabajador de NIPCAM con las iniciales J.G. se le asignó limpiar el “salón de recoger” que albergaba un extractor de cálamos, una máquina con cuchillas giratorias que se utiliza para arrancar las colas de los pollos. Mientras limpiaba, su mano izquierda quedó agarrada en las cuchillas y quedó atrapado en la máquina por 41 minutos. Perdió la mitad de tres de sus dedos. Estas fotos, suministradas por el Departamento de Trabajo de Carolina del Norte como parte de una solicitud de archivos, fueron tomadas como parte de una investigación de la OSHD después del incidente.

Un trabajador de NIPCAM con las iniciales J.G. dijo en una declaración de testigo que los paneles de seguridad de la máquina estaban abajo mientras él se acercaba más a la máquina para apuntar el chorro de agua directamente a las cuchillas giratorias. Aproximadamente a las 2:15 p. m., los compañeros de trabajo de J.G. escucharon sus gritos. El enorme guante en su mano izquierda quedó atorado en la máquina y su mano fue atrapada con las cuchillas, según se explica en el informe de inspección. 

Un supervisor activó el apagado de emergencia. Llamaron a los paramédicos, pero J.G. estaba estancado, y permaneció atrapado en la máquina durante unos extenuantes 41 minutos mientras el personal de mantenimiento desmantelaba la máquina extractora de cálamos alrededor de él. J.G. perdió la mitad de su pulgar, dedo índice, y dedo medio en su mano izquierda, y sostuvo “laceraciones serias” en los dos dedos restantes.

El incidente resultó en una inspección de la OSHD de Carolina del Norte y NIPCAM fue citado por una violación “seria”: El inspector determinó que o no se habían establecido suficientes resguardos de seguridad para proteger a los empleados cuando trabajan con equipos específicos, o no se habían desarrollado y utilizado procedimientos adecuados para proteger a los trabajadores que usaban estos equipos. 

Villaveces dijo, “lo que sucedió es que [J.G.] vio una pluma en un lugar del equipo, y metió su dedo ahí para tratar de agarrarla. Él no estaba supuesto a hacer eso”.

“Se suponía que simplemente debía echar agua al equipo con la manguera”. 

Villaveces dijo que la planta donde ocurrió el incidente estaba recién abierta y la compañía que Mountaire usa para limpiar no tenía suficientes trabajadores, así que se les preguntó a los trabajadores de NIPCAM si querían quedarse después de trabajar y limpiar. Insistió que, con frecuencia, los trabajadores quieren trabajar horas extras para ganar el pago de esas horas, a pesar de que incidentes como este son inusuales. “Nadie quiere que una persona salga herida”, afirmó Villaveces. “No es como si tuviéramos un accidente cada dos semanas o cada mes... es raro que algo nos suceda”.

La OSHA exige a las compañías con más de 10 empleados que pertenecen a las industrias de más alto riesgo mantener un récord de las muertes, lesiones, y enfermedades relacionadas con el trabajo, lo que se conoce como formulario OSHA 300 (OSHA Form 300). En el 2012, Maryland Occupational Safety and Health [Salud y Seguridad Ocupacional de Maryland (MOSH, por sus siglas en inglés)] citó a una compañía llamada NIPCAM Services of Delmarva LLC por no mantener archivos pertinentes de las lesiones de los empleados. Los registros comerciales estatales de la empresa nombran a Villaveces como su agente registrado; los documentos obtenidos a través de una solicitud de registros públicos dicen que los empleados de la compañía se desempeñan “servicios para atrapar aves en varias granjas de pollos”. La investigación de MOSH encontró que a pesar de que NIPCAM Services of Delmarva mantenía informes internos con las lesiones de los empleados, la compañía no registraba las muertes, lesiones, y enfermedades por medio de un formulario OSHA 300 y otros documentos que la OSHA exige que los empleadores envíen. De acuerdo a información obtenida por medio de una solicitud de registros, el gerente de la oficina de la compañía “no reconoció” los registros de OSHA 300 y formularios relacionados cuando se los mostraron y dijo que no sabía lo que eran.

En el 2017, por lo menos tres compañías NIPCAM que listan a Villaveces como agente registrado agregaron los registros de manera oficial de las lesiones en el trabajo, conforme a los registros OSHA 300 obtenidos a través de la solicitud de registros. Una compañía NIPCAM registrada en Bogart, Georgia, por ejemplo, tuvo varias semanas desastrosas. El 8 de mayo de 2017, un trabajador fue impactado por un montacargas. Ocho días después otra lesión ocurrió: un montacargas le aplastó el pecho a un trabajador. En septiembre de ese año, el dedo de un trabajador de NIPCAM le fue amputado después de haberse atorado en una jaula de pollos. 

El año pasado, la OSHD multó a NIPCAM Services of North Carolina con $16,000 debido a una serie de violaciones relacionadas a un incidente en el que un empleador de NIPCAM, mientras operaba un montacargas, aplastó el brazo izquierdo de un subcontratista que cargaba las jaulas de pollos a la cama de un tráiler. Según los registros, la OSHD determinó que NIPCAM Services of North Carolina no se había asegurado de que el operador del montacargas hubiera “completado la capacitación de manera exitosa”. Villaveces declinó comentar acerca de estos incidentes.

El COVID-19 y las plantas avícolas de Carolina del Norte

La pandemia ha hecho que las plantas avícolas sean aún más peligrosas para los trabajadores. Durante el 2020, los residentes de Carolina del Norte fueron dejados casi por completo en la oscuridad acerca de la propagación de COVID-19 en ciertas plantas de procesamiento avícola, pues el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Carolina del Norte (NCDHHS, por sus siglas en inglés) se negó a identificar las plantas con brotes significativos—una práctica que continúa hoy día. En un comunicado, la agencia dijo que no hay un mecanismo requerido por NCDHHS para reportar, lo que significa que las plantas no tienen que informar a la agencia ni a los departamentos de salud pública locales los casos en los que múltiples empleados dan positivo con COVID-19. La agencia dijo que le faltaba autoridad reguladora para requerir dicha información o proveerla al público. El Departamento de Trabajo, no NCDHHS, es el responsable de la seguridad de los trabajadores en la industria cárnica. 

“Para industrias a las que no se les requiere reportar al NCDHHS, es en el mejor interés de salud pública que los negocios privados se autoidentifiquen y colaboren con NCDHHS para poder ayudar a proteger a los empleados y a las comunidades”, explicó la gerente de comunicaciones de NCDHHS, SarahLewis Peel, en un comunicado. 

Desde octubre de 2020, la agencia ha publicado informes semanales sobre concentraciones de brotes de COVID-19 en Carolina del Norte que incluyen instalaciones de procesamiento avícola y cárnico; sin embargo, los casos y muertes no están clasificados por plantas individuales, lo que deja desinformados a los trabajadores acerca de sus propios lugares de trabajo. Con la excepción de entornos congregados como los asilos de ancianos y las instalaciones carcelarias, las plantas avícolas y cárnicas han causado más infecciones de COVID-19 que cualquier otro tipo de lugar de trabajo o entorno en el estado. Para el 6 de julio, 5,103 trabajadores de plantas avícolas y cárnicas en el estado habían sido infectados con el virus; 23 habían muerto.  

Las diferentes agencias tienen una visión más reducida en sus informes de muertes en el lugar de trabajo relacionadas a COVID-19 en la industria avícola. En un comunicado el 12 de julio, el Departamento de Trabajo de Carolina del Norte dijo que la agencia está al tanto de tres muertes en el trabajo relacionadas a COVID-19 asociadas con los establecimientos de procesamiento avícola, todas ocurrieron durante el 2020. A pesar de a que los empleadores se les exige que reporten las muertes en el trabajo asociadas con COVID-19, la agencia dijo en un comunicado a principios de este año que determinar si un caso de COVID-19 está relacionado con el trabajo “puede ser muy difícil” debido a que los síntomas generalmente no aparecen hasta 2 a 14 días después de la exposición.

La Food and Environment Reporting Network [Red de Informes sobre Alimentos y Medio Ambiente (FERN, por sus siglas en inglés)] creó una base de datos y con un mapa de los brotes de COVID-19 en el sistema de alimentos, dependiendo en gran medida de la información recolectada de los reportes de noticias locales. FERN reporta que 433 empleados de Mountaire entre dos plantas de Carolina del Norte han dado positivo con COVID-19 y un trabajador de Siler City ha muerto, aunque los defensores creen que estos números no son representativos del verdadero número de casos y muertes relacionados con Mountaire.

“Con frecuencia ni un empleado [positivo] con COVID-19 ni su empleador sabe la fuente de la exposición al COVID-19, ya que es una enfermedad contagiosa y la mayoría de las exposiciones ocurren sin darse cuenta”, dijo un vocero de NC DOL en un email. “Si un empleado tiene un caso confirmado de COVID-19, no significa necesariamente que haya contraído la enfermedad en el trabajo, o que fue relacionado con el trabajo”. Como un ejemplo, el Departamento de Trabajo de Carolina del Norte (NC DOL) citó la muerte de un empleado de una planta de procesamiento que fue investigado por la OSHD del estado; en este caso, la evidencia recolectada “indicaba que la fuente probable de la exposición al coronavirus vino de un familiar que visitó y no sabía que estaba infectado”.

Para mediados de julio, la OSHD había realizado nueve “intervenciones” presenciales en instalaciones de procesamiento avícola de Carolina del Norte “para observar y revisar los planes de control de exposición a COVID-19 del empleador y las medidas implementadas en los sitios”, según el NC DOL. “Se realizaron recomendaciones para medidas preventivas adicionales, según fue apropiado”.

Es posible que nunca conozcamos el número exacto de muertes de COVID-19 que se encuentra conectado a las plantas avícolas, pero una cosa es clara: la población latinx en Carolina del Norte ha sido golpeada de manera fuerte por la pandemia. En un punto del verano pasado, casi el 50 por ciento de todos los casos de COVID-19 estaban entre los latinxs de Carolina del Norte, a pesar de que la población de Carolina del Norte es aproximadamente el 10 por ciento del estado.

Estas brechas de información en el estado han dejado a los trabajadores de las plantas avícolas con poco entendimiento de los brotes en sus lugares de trabajo. Los trabajadores también enfrentan un panorama complicado cuando intentan vacunarse contra el COVID-19.

Un trabajador de NIPCAM le dijo a El Vínculo Hispano que si los trabajadores desean vacunarse lejos de la planta Mountaire, deben tomar días libres si experimentan efectos secundarios que les hagan sentirse muy enfermos para trabajar— y que este tiempo libre cuenta como registros de ausencias en el sistema de puntos que la planta utiliza para hacer seguimiento a los trabajadores. Si los trabajadores de NIPCAM se vacunan en la planta, los días que pierden de trabajo no son contados para el sistema de puntos, dijo el trabajador. (Alvaro Villaveces dijo que los trabajadores no son penalizados si tienen una nota del médico).

Algunos trabajadores indocumentados están empleados bajo seudónimos. A pesar de que no se necesita identificación emitida por el gobierno para vacunarse en Carolina de Norte y el NCDHHS ha recomendado a los proveedores no solicitar identificación, ha habido reportes de que han solicitado identificación en algunos sitios de vacunación. En el Condado de Chatham, el cual abarca Siler City—un antiguo epicentro de la crisis de COVID-19 en Carolina del Norte—a pesar que el 47 por ciento de los residentes ya se encontraban completamente vacunados para mediados de julio, solo el 31 por ciento de las personas latinxs en el condado estaban completamente vacunadas.

Antes de retirarse en diciembre, el gerente de relaciones comunitarias de Mountaire Farms, Mark Reif, no había ofrecido una actualización pública de la cantidad de casos de COVID-19 en las dos plantas de procesamiento avícola de la compañía en Carolina del Norte desde abril de 2020. La nueva vocera de la compañía, Catherine Bassett, no respondió a solicitudes de información con respecto a la relación de la compañía con NIPCAM o información relacionada con las tasas de infección en las plantas. En julio de 2020, Basset le dijo al periódico The New Yorker que Mountaire Farms no está divulgando las cifras de infecciones por COVID-19. “Yo ni siquiera conozco esos números”, afirmó Bassett. 

Pero no todo el mundo se ha quedado en silencio. 

Para agosto, Mariaisela Martínez se había convertido en la cara local del brote de COVID-19 entre los trabajadores en las plantas avícolas de Carolina del Norte, y contaba acerca de su experiencia en la planta Mountaire Farms de Siler City a los medios locales a medida que el virus se propagaba. Ella utilizó su nombre completo y permitió que la fotografiaran vistiendo un chaleco color naranja neón, con su cabello que asomaba afuera de una visera, y su cara completamente maquillada con delineador negro bordeando sus grandes ojos almendrados.

“Mi corazón me dice que estoy mejor cuando no digo mentiras y no pensé que cubrirme con un escudo de anonimidad fuera valioso. Totalmente lo contrario, pienso yo”. Escribió Martínez en un mensaje de texto.

El 23 de abril, unas semanas después de que NIPCAM Services of North Carolina la contratara para trabajar en la planta Mountaire de Siler City, Martínez aseguró que le dijeron que se fuera porque había dado positivo con COVID-19, aunque ella nunca se había hecho una prueba. 

“Entré [a la oficina y] ahí estaba esta mujer hispana en el escritorio y me dijo, ‘necesito su identificación... Esta identificación se va a quedar aquí. Ya no trabaja aquí’. ... Esa fue la explicación”, explicó Martínez. “Yo dije, ‘¿por qué? ¿pero qué pasó? No entiendo’”. 

Martínez se fue, creyendo que había sido despedida, aunque Villaveces luego dijera que había sido un problema de comunicación con respecto a la licencia por enfermedad.

En cualquier caso, Martínez volvió a la planta en mayo de 2020. Una vez más, el trabajo resultó ser inestable, y fue despedida a finales de septiembre después de haber acusado a otros trabajadores de tomar sus suministros de limpieza. El día que fue despedida, Martínez dijo que un supervisor de NIPCAM le instruyó que no hablara con periodistas y le advirtió que no manchara “la imagen de la compañía”.

“Yo le dije, ‘Nunca he dicho cosas malas acerca de la compañía’”, afirmó Martínez. “Yo solo dije la verdad”.

A medida que los trabajadores de la planta avícola de Carolina del Norte luchaban con la pesadilla de la pandemia, el gobierno federal le otorgó a las compañías de NIPCAM conectadas a Villaveces seis préstamos del Programa de Protección de Cheques a lo largo de Maryland, Alabama, Indiana, Georgia, Carolina del Norte, y Carolina del Sur, que sumaron más de $2.2 millones. Mientras tanto, el rico y poderoso propietario de Mountaire, Ronald Cameron (quien donó casi $3 millones de dólares a la campaña de 2016 de Donald Trump y organizaciones afiliadas) uso a sus aliados políticos para aprovechar la pandemia y debilitar las protecciones de los trabajadores, de acuerdo a un informe del periódico The New Yorker.

En noviembre de 2020, los trabajadores y defensores de Carolina del Norte se reunieron en Raleigh para un evento del Día de los Muertos para honrar a los trabajadores agrícolas y a los trabajadores de la industria de procesamiento avícola y cárnico que murieron de COVID-19. El reverendo Daniel Dario Robayo Hidalgo, quien habló durante el evento, dijo que algunos trabajadores inmigrantes decidieron no hablar en el evento porque tenían miedo de que hubiera represalias. Foto cortesía del reverendo Daniel Dario Robayo Hidalgo.

En noviembre de 2020, los trabajadores y defensores de Carolina del Norte se reunieron en Raleigh para un evento del Día de los Muertos para honrar a los trabajadores agrícolas y a los trabajadores de la industria de procesamiento avícola y cárnico que murieron de COVID-19. El reverendo Daniel Dario Robayo Hidalgo, quien habló durante el evento, dijo que algunos trabajadores inmigrantes decidieron no hablar en el evento porque tenían miedo de que hubiera represalias. Foto cortesía del reverendo Daniel Dario Robayo Hidalgo.

A medida que el virus se propagaba, las regulaciones sobre la velocidad en que las aves se mueven a través de las plantas de procesamiento fueron flexibilizadas para algunas instalaciones, lo que forzó a los trabajadores a trabajar más duro y más rápido que antes. En la primavera de 2020, el Servicio de Seguridad e Inspección de Alimentos del Departamento de Agricultura aprobó las solicitudes de 15 grandes plantas avícolas de aumentar la velocidad de las líneas de producción, “exprimiendo aún más a los trabajadores en las líneas de producción”, reportó el Proyecto de Ley Nacional de Empleo. Hay evidencia que sugiere que estos aumentos a las líneas de producción aumentaron la propagación de COVID-19 en estas instalaciones. Una de las plantas que recibió permiso para aumentar la velocidad de las líneas de producción fue la planta de Mountaire Farms en Lumber Bridge, Carolina del Norte, que es descrita por los archivos de 2016 del Departamento de Trabajo del estado como la instalación de procesamiento de pollos más grande en el mundo, que procesa aproximadamente 540,000 pollos por día.

Durante la pandemia, los trabajadores de las plantas avícolas han tenido dificultades para mantener el ritmo de las líneas de producción. “La velocidad es tan grande que no hay un solo día en el que las cargas de pollos no se caigan al piso porque era imposible empacarlos y cortarlos [a tiempo]”, dijo una trabajadora acerca de su experiencia en una de las plantas de Mountaire. “Todos los días tenemos grandes cantidades de pollo en el piso; muchas personas se quejan de dolor en sus espaldas, manos, y codos, pero [a Mountaire] no le importa”.

En noviembre de 2020, la administración de Trump impulsó una propuesta que habría eliminado por completo las exenciones y permitido a las compañías aumentar permanentemente la velocidad de sus líneas de producción de 140 a 175 aves por minuto—a pesar del hecho de que los trabajadores, miles de los cuales se han enfermado o muerto, o de alguna otra manera temían por sus vidas, decían que mayores velocidades en las líneas de producción hacían que el distanciamiento social fuera difícil o imposible.

Durante los primeros 30 días del presidente Joe Biden en el gobierno, su administración retiró la regla propuesta. El 1 de febrero, el Subcomité Selecto de la Casa de Representantes sobre la Crisis de Coronavirus anunció estar buscando documentos internos de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional de EE. UU. con el fin de investigar múltiples brotes de coronavirus en las plantas de procesamiento avícola y cárnico en Carolina del Norte y en todo el país. La investigación está enfocada en tres de los empacadores de carne más grandes del mundo. Esas compañías no incluyen a Mountaire Farms. 

Integridad, respeto y dignidad

En noviembre pasado, los trabajadores y defensores de Carolina del Norte se reunieron en Raleigh para un evento del Día de los Muertos para honrar a los trabajadores agrícolas inmigrantes y a los trabajadores de procesamiento avícola y cárnico que murieron debido al COVID-19. El Día de los Muertos es una festividad mexicana que se conmemora los dos primeros días de noviembre en el que las familias les dan la bienvenida a las almas de sus seres queridos muertos. Altares adornados con velas, fotos, flores y comida son comunes y en el evento del 5 de noviembre en Raleigh, las fotos de los trabajadores difuntos estaban alineadas en grandes mesas cubiertas en flores de papel naranja y notas. Durante el evento, una persona tenía un letrero que decía “El pollo barato no debería costar la vida de los trabajadores”.

Photo caption for image 7: Los activistas y los trabajadores hablaron sobre las condiciones bajo el COVID-19 en el evento “Honrando a los que murieron para alimentarnos” organizado por Farmworker Advocacy Network [Red de Defensoría de Trabajadores Agrícolas], Western North Carolina Workers' Center [Centro de Trabajadores del Oeste de Carolina del Norte], y el Episcopal Farmworker Ministry [Ministerio Episcopal de Trabajadores Agrícolas]. Foto cortesía de Episcopal Farmworker Ministry.

Photo caption for image 7: Los activistas y los trabajadores hablaron sobre las condiciones bajo el COVID-19 en el evento “Honrando a los que murieron para alimentarnos” organizado por Farmworker Advocacy Network [Red de Defensoría de Trabajadores Agrícolas], Western North Carolina Workers' Center [Centro de Trabajadores del Oeste de Carolina del Norte], y el Episcopal Farmworker Ministry [Ministerio Episcopal de Trabajadores Agrícolas]. Foto cortesía de Episcopal Farmworker Ministry.

El reverendo Daniel Dario Robayo Hidalgo habló en el evento. Como misionero para los Ministerios Latinos, que son parte de la Diócesis Episcopal de Carolina del Norte, la cual incluye un ministerio de trabajadores agrícolas, Hidalgo está en contacto directo con la gran cantidad de trabajadores inmigrantes del estado. Mientras las agencias estatales discuten sobre sus respectivas jurisdicciones y responsabilidades para proteger a los trabajadores, cosas malas les pasan a personas reales, dijo Hidalgo. Las fotos de los trabajadores fallecidos en el evento fueron un recordatorio de esto.

Algunos de los trabajadores que estaban programados para hablar en el evento cancelaron, pues decidieron que hablar públicamente no era seguro, explicó Hidalgo. Muchos de los trabajadores que aparecieron en el evento sólo usaron sus primeros nombres, por miedo a las represalias en su lugar de trabajo o algo peor. Hidalgo recuerda a una mujer que subió al escenario hacia el final del evento. Ella era una “persona pequeñita”, dijo, que trabajó durante horas en la línea avícola y muchos días enferma con COVID-19. El reverendo dijo que la mujer y otros trabajadores que hablaron hicieron énfasis en que ellos eran seres humanos y merecían ser tratados como tales. Los trabajadores dejaron claro, dijo él, que son personas como ellos los que proveen la comida de los estadounidenses y que el país debería honrar su deber con estos trabajadores. 

“Si pretendemos que podemos dejar todo un sector de nuestra sociedad sin cobertura de protecciones, continuamos poniendo en peligro a todos”, dijo Hidalgo. “Como una persona de fe, tiene que ver con la integridad, el respeto y la dignidad de cada ser humano”, agregó, “porque herimos la creación cuando no nos cuidamos los unos a los otros”.

Tina Vásquez (she/her) is the daughter of a Mexican immigrant who grew up in the Los Angeles area with a mixed-status family. Before joining the staff of Prism as the gender justice reporter, she was a senior reporter covering immigration at Rewire.News, the leading online publication devoted to evidence-based reporting on reproductive and sexual health, rights, and justice. She was Rewire.News’ first immigration reporter, and one of the only journalists in the nation covering immigration from a reproductive justice lens. Tina’s work has appeared in the New York Review of Books, NPR, The Nation, Playboy, and a variety of other publications. She was recently a mentor in the Freedomways Fellowship Program as part of Press On, a Southern journalism collective that strengthens and expands the practice of journalism in service of liberation. She is based in North Carolina.

Twitter @TheTinaVasquez